agosto 12, 2013

 
Sábado, catorce de noviembre. Mi calendario dice que el sol saldrá hoy a las siete en punto de la mañana y se pondrá a las dieciséis cincuenta y ocho. Dice también que la Iglesia celebra la festividad de San Serapión, abogado contra los cólicos, y que hace tres días hubo una luna llena en Aries.  
Ahora son precisamente las siete. Ni un minuto más ni un minuto menos. Eso significa que, según el calendario, en este preciso instante el sol estará saliendo por detrás del mar.
Julieta, que se ha pasado la noche durmiendo sobre la butaca azul del televisor, corre a mi habitación, se planta de un salto encima de la cama y me pasa el rabo por la mejilla. Es su forma de despertarme. Pocas mujeres lo harían con tanta dulzura.

LA SOLEDAD DE LOS PIRÓMANOS, de Javier Tomeo.

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