enero 11, 2015


(...) Luego de estar una semana en París, regresé a Barcelona (entonces trabajaba en la editorial Lumen). Era el 13 de febrero de 1974. Ese mismo día, Julio me envió una carta manuscrita:
       "Ahora estarás tomando un tren, yéndote. Pero volverás, de alguna manera, volveremos a vernos. Hay tantas provincias que todavía no hemos explorado en nuestro país conjunto. No sé si te gustan las canciones de Joan Báez, si te gusta el jazz de los viejos tiempos o el moderno, si eres vampiróloga, si tienes un lunar en el antebrazo izquierdo (son cosas que se saben en verano, los lunares y las vacunas). Y vos no sabés nada de mí, porque nada me preguntás, siempre un poco maravillada, como si yo pudiera molestarme de que me preguntes cómo vivo y de qué largo pasado vengo. O sea que hay provincias y provincias, pero, además, Cristina, ayer hubo tu pequeña mano siempre un poco fría, un poco gorrión en la llovizna, que se posó en mi pelo y me acarició brevemente, deliciosamente [...] algo me dice que vos y yo venimos ya de una especie de relación anterior, avatares de otra remota amistad que no hará más que continuar, como si siempre nos hubiéramos encontrado en París o en cualquier rincón del mundo [...] Déjame ser el unicornio que bebe de la mano de la doncella en los tapices medievales; a su manera, él es feliz, está colmado".

CRISTINA PERI ROSSI
De su libro Julio Cortázar y Cris 
Editorial Cálamo

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